Errare Marnum Est
Sin lugar a dudas me equivoqué de carrera. Hubo varios momentos durante mis
estudios en los que me arrepentí profundamente de haber optado por el periodismo.
Esta profesión, evidentemente, no es para mí. No me interesan los hechos
actuales y, si bien realmente amo escribir, estar al tanto de la realidad
ciertamente no es lo mío. Pero no se trata de si lo que dirá mi diploma
universitario dictará lo que seré por el resto de mi existencia, sino que
aquella decisión apresurada que tomé al salir del colegio afectó mi porvenir de
formas que nunca esperé que lo hiciera.
Mi vida universitaria estuvo llena de errores. Me equivoqué de salón
el día del examen de definición de niveles y, de alguna manera, terminé gracias
a ello conociendo a personas que, hasta el día de hoy, son mis amigas. Esa
debería haber sido la primera pista que, en muchas ocasiones, equivocarte
termina siendo mejor que haber estado en lo correcto.
Durante estos últimos seis años he hecho de todo: me he amanecido
editando un reportaje, me han cancelado entrevistados (y sin misericordia el
profesor me puso N/R), he quemado pestaña haciendo análisis y seguimiento de
medios, he leído separatas que se hacían interminables, he redactado hasta que ya
no sentía la punta del dedo meñique derecho, he ido con cámara oculta al Centro
de Lima, me he peleado con gente en pleno set de TV, he hablado con asesinos y
con cantantes, he diseñado una revista, he ido a imprimir a las once de la
noche al Centro Comercial Lima, he llorado porque no entendía qué querían en
los controles de Análisis de la Historia de los Medios, he tomado fotos en el cementerio,
he reporteado, he dicho chistes malos en radio pero, ante todo, he aprendido.
Estudiar periodismo no solo me enseñó habilidades propias de esa
profesión, sino que, por añadidura, me llevó a giros en mi vida que de otra
manera nunca hubieran llegado. Me permitió conocer personas que son tan parte
de mi vida que ahora no sé qué haría sin ellas. Me puso a prueba más de una vez
y me llevó a límites de estrés y paciencia que me hicieron mucho más fuerte y
decidida. Me llevó a la Impro, el gran amor artístico de mi vida, y a ser
fundadora de La Sociedad de la Impro, el equipo de mis amores. Me mostró la
realidad en la que vivimos y lo que puedo hacer para convertir este país en un
mejor lugar. Estudiar periodismo me hizo reír, me hizo llorar, me hizo vomitar
y me hizo brillar pero, sobre todas las cosas, me hizo Marne.
No sería la persona que soy si no hubiera tomado las decisiones que
tomé. Cada elección, acertada o equivocada, me cambió y me convirtió en alguien
de quien me enorgullezco. Amo la persona
que he logrado ser y las personas que están a mi alrededor. No soy perfecta, ni
tampoco lo es mi vida, pero es mía y de nadie más. Me equivoqué de carrera, no
lo dudo, pero si me dieran la oportunidad de regresar en el tiempo lo volvería
a hacer una y otra vez porque fue el más grande y maravilloso error de toda mi
vida.
***
Quiero agradecer a esos grandes profesores que tuve:
a Carlos Cornejo, Andy Ortiz, Mávila Huertas, Jeremías Gamboa, Hugo Coya,
Ricardo Choy-Kifox, Óscar Sánchez, Óscar Carvajal, Fátima Botetano, Francesca
Lasarte, Paco Zevallos, Joel Calero, Emilio Lafferanderie, Jorge Villacorta,
Diana Félix, Eduardo Posadas, Luis Torrejón, Eduardo Zapata, Gloria Tovar (mi
madre que también fue mi maestra), Miguel Figueroa, Ángel Páez, y a tantos
otros que en este momento no recuerdo pero sé que luego de publicado este texto
vendrán a mi mente.
También mandarle amor a todos mis amigos: a Camila (my soul mate),
Cuso (my brother), Renzo (a ambos, la versión con y la versión sin pelo),
Carolina, Armida, Mónica, Samanta, Maria Alejandra, Travi, Cristela, Tita,
Adriana, Ponchis, Lucía (a las dos), Edward, al Chino Chang (por esas salvadas
tecnológicas), Melissa, Brenda, Lacamilamuñoz, Nayha, a mi Vecina, Dolly
Parton, BabyBig, Pasantía, Inbo, Santiago, Jose, Pony, Uchi, Majo, Stephanie,
Lucho, y a todo aquel que ahorita está pensando: ¡Esta maldita no me ha
mencionado! Y es que si me conocen saben que soy una reverenda distraída, pero
basta con que estés pensando eso para que te mande amor a ti también. Mención
honrosa a mi hermana Lucía, a mi hermana honoraria Eileen y a mi padre que me
quieren y eso también los hace merecedores de un gracias.
Agradezco a todos los de La Sociedad de la Impro, a los fundadores y a
los nuevos, porque hubo días en los que eran lo único que me devolvía la
sanidad mental. Gracias, Rojo y a Renán por permitir que este grupo siga
creciendo, y gracias a la residencia Laurent por volverse “La Casa”. Finalmente
agradezco a mi enamorado, Edgar, por ser el mejor y estar conmigo siempre a
pesar que estoy loca. Te amo.