viernes, 20 de septiembre de 2013

Cuando en el baño de un establecimiento público el papel higiénico está fuera de los cubículos

Tienes que ir al baño. Es inevitable. Sudas. Casi lloras. Corres con todo lo que tienes porque sabes que si no es ahora tus riñones van a demandarte. Empujas la puerta de metal, la cierras, tratas de poner el seguro. No se puede. Empujas hacia arriba con tu pie y finalmente encaja. Levantas la tapa del inodoro, te bajas los pantalones y los chones. Cumples el llamado de la naturaleza. Qué alivio, qué hermoso, qué maravilloso es estar vivo. Entonces miras a la derecha buscando el dispensador de papel higiénico Kimberly Clark de siempre. No está. Ay, seguramente está al otro lado. No está.

Oh. Por. Dios.

El papel está afuera.

¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué, Buddha? ¿Por qué, Tom Cruise?

Dependiendo de qué motivo te haya llevado a ese cubículo la ausencia de este elemento podrá ser más o menos nociva para tu ser. Te desesperas, analizas tus opciones. Podrías:

a) Pedir ayuda a algún prójimo en el baño.
b) Aplicar modo manual.
c) Sacudida and go.

Este escenario tan traumático y cuya resolución dejaré a quien lea estas líneas sería fácilmente evitado si la gente no fuera tan TACAÑA ¡Por el amor de DIOS! ¿Es en serio? Si lo piensas el colocar solo un royo de papel en todo el baño no reduce realmente su consumo, solo hace que lo tengas que cambiar más rápido y que haya gente distraída o en una urgencia a la que le pasa lo descrito líneas arriba ¿A qué HIJO DE LA PAPAGAYA se le ocurrió esta crueldad, este atentado contra el acto más privado y sagrado de una persona? Ese acto que debería ser hermoso, relajante y FELIZ y es convertido en una tragedia de chones húmedos.

Si tienes un local de algo y en el baño pones un único rollo de papel afuera pues: TE ODIO.

Esta es la décimo segunda cosa que yo odio.

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