jueves, 24 de octubre de 2013

Cuando alguien es racista

“Veo ahora que las circunstancias en las que uno nace no tienen importancia. Es lo que uno hace con el don de la vida lo que nos dice quiénes somos”

“Tenemos mucho en común: el mismo aire, la misma tierra, el mismo cielo. Quizás, si empezáramos a ver lo que es igual y en vez de siempre ver lo que es diferente, entonces ... ¿Quién sabe?”

Estas dos citas resumen de manera perfecta la forma en la que todos y cada unos de los seres humanos de esta tierra deberían de pensar si viviésemos en un mundo ideal ¿De dónde las he sacado? Pues, si para esto punto aún no te has dado cuenta, tendrás que esperar al final de este texto. Allí revelaré la fuente de estas hermosas frases. El día de hoy voy a escribir con el bilis en la garganta y con la indignación a flor de piel. Hay pocas cosas que me desagraden tanto en el mundo como aquello de los que escribo en este momento: el racismo. 

Esta tara cojuda que nos queda de tiempos en que los que no podíamos hacernos llamar, en realidad, seres enteramente racionales. Épocas aquellas en las que la gente tenía esclavos y mataban a otros seres humanos como si fuesen escoria y se veía con desdén al que era diferente. Mucho no hemos avanzado, para ser honestos, la gente no tiene esclavos de manera formal pero aún hay quienes trabajan bajo condiciones demasiado similares a la esclavitud: ya sean empleadas del hogar mal pagadas y maltratadas, trabajadores chinos en el sótano de un magnate haciendo chompas, jóvenes migrantes en los McDonalds de EEUU siendo explotados, muchachos llenos de sueños explotados en los Call Centers de la India, entre tantísimos otros. Y, sobre matar gente, pues el KKK aún comete crímenes de odio y el partido neonazi de Grecia no se queda atrás, solo por poner dos ejemplos. 

Se piensa que el otro, por ser diferente, es inferior y eso es lo más estúpido que un ser humano -o mejor dicho “ser humano”- puede pensar ¿Es en serio que piensas que la “el color de piel de las personas define el contenido de su carácter”? Y cito un poco a Martin Luther King Jr. porque el vivió y murió para acabar con este concepto tan imbécil que, en primeras, no debería haber existido jamás. Si las personas sinceramente piensan que los negros son inferiores o que los chinos son inferiores o que quién sea es inferior los verdaderamente inferiores son ellos y no por su raza o su procedencia: sino por lo que han decidido hacer con sus vidas. 

Pero entendamos, hagamos un esfuerzo compañeros (trabajemos juntos por una compresión mejor del universo), por entender a la gente del pasado, confundida, sin referentes, recién descubriendo el mundo. Está bien, puedo entender por qué al ver a alguien con un color de piel distinto por primera vez en tu vida, el primer contacto de un grupo humano con otro, se pueda creer que es otra especie. Pero ahora, año 2013, con el genoma humano armadito y bien definido ¿Aún hay gente que piensa que los blancos son superiores solo por ser blancos? ¿Es posible que en PERÚ, la epítome de la mixtura racial, tengamos un partido Neo Nazi? Déjenme que les diga, reverendos batracios, que si su amado Hitler estuviera vivo y ustedes viviendo bajo su régimen, bien muertos estarían. Primero que nada, conchudos y, luego, pérfidos mentecatos ignorantes. 

Cuando alguien se jura más que otro alguien por ser “más blanco” es lo más idiota del mundo. Pensar que se es más que alguien por una característica intrínseca, por algo que no te has ganado sino que simplemente viniste así, es una idiotez. Si quieres estar orgulloso de tu “raza” ¡BIEN! No hay problema, está bien estar orgulloso de lo que se es pero de ahí a que desprecies a otros ese es el paso a lo intolerable. Y pongo “raza” así entre comillas porque, tratándose de seres humanos, ese concepto no debería existir. 

Hablemos de ciencia, pequeños saltamontes, las últimas investigaciones han probado que el aspecto físico de las personas corresponde únicamente al 0,01% de los genes. Además, ese porcentaje no corresponde realmente a lo que la gente normalmente conoce como raza sino a las características que han permitido que ciertos grupos humanos vivan en determinados ambientes. Por ejemplo, la gente de la sierra tiene pulmones más grandes para poder asimilar la cantidad de oxígeno necesaria para vivir dado que el aire en la altura tiene menos concentración de este gas vital. Lo que consideramos “raza” no es más que los cambios que ha tenido el cuerpo frente al medio ambiente ¿Realmente piensas que ese 0,01% te hace superior? ¿No te das cuenta que tu y ese joven al que llamas “cholo” tiene 99,99% de genes IGUALES? I-G-U-A-L-E-S. 

Quizás en el furor del tráfico limeño se te escape un “cholo de mierda” y a pesar que lo repudio te lo puedo perdonar si es que no es para ti más que una palabra. Pero si, sinceramente sientes eso en ti, te dedico todos los insultos de mi léxico que, te advierto, no son pocos. La raza científicamente no existe ¿Qué más prueba quieres para probar lo imbécil que eres? ¡El genoma humano te lo prueba! Las personas valen por lo que HACEN y no por lo que SON biológicamente. No es tu cuerpo o tu aspecto lo que te define sino tus actos, lo que haces con tu vida, la persona que construyes TU MISMO y no lo que te dio la genética. 

Debo de compartir con ustedes cómo llegó a mi este tema y lo hago avanzado tanto el post porque quiero advertirles que se viene una buena avalancha de lisuras. Este tema llegó a mi a través de una vieja compañera del colegio que me escribió diciéndome lo indignada que estaba frente a un caso de racismo y que debía escribir de ello. Nunca es mal momento para odiar esta conducta. Comparto aquí la imagen que me mandó:



Contexto: una joven escribe un comentario en una página de noticias que, aparentemente, iba en contra de lo que esta excusa de ser humano opina. Decidió, en vez de presentar argumentos de razón, comportarse de esta asquerosa manera. Me recuerda aquellos status de Facebook que, cuando salió Humala de Presidente, reclamaban a los “cholos de mierda” por haber votado por él y que se iban del país para no tener que aguantar lo que estaban seguros sería un gobierno a lo Chávez. Primero, váyanse no los queremos acá la concha de sus madres. Segundo, de los que pusieron esos comentarios tan lindos creo que el 0,00001% realmente se fueron. Y, tercero... ¿Es en serio? ¿ES EN SERO? ¡SANTA PAPAGAYA! ¡MIERDA! ... De mis amigos de Facebook vi unos cuantos comentarios de esos. Los que postearon los peores ya no están en mi lista de amigos. Fin. 

El racismo es una cojudez. Punto. No hay razón que lo justifique desde el plano moral o científico o lo que sea. No hay. Dime lo que quieras, pero NO HAY. Dime tu ciencia nazi, dime toda tu mierda pero el racismo NO DEBERÍA EXISTIR ¿Acaso un perro labrador discrimina a un perro mestizo? ¿Acaso un gato angora discrimina a uno criollo? ¿No somos, entonces, un poquito más avanzados que estos elementales seres como para darnos cuenta que la raza no existe? 

Momento de la verdad: las citas que puse líneas arriba pertenecen a la primera película de Pokémon. La primera la dice Mewtwo y, la segunda Meowth. Si no han visto esta película: háganlo. Es buena y tiene una hermosa lección. Que haya sacado frases de este largometraje puede ser particular, para algunos hasta ridícula o extraña. Quizás si les hubiera dicho de frente de dónde venían las hubiesen discriminado. Pero ¿No ven que estas frases son como la gente? No se trata de dónde viene sino de lo que pueden enseñarnos. No se trata de su procedencia sino de su contenido. Son lo más cierto y más acertado del mundo y yo lo aprendí antes de los diez años gracias a un par de Pokémon y les doy las gracias.

No sean racistas, amigos. Es estúpido, cruel, desinformado, idiota, cojudo y más lisuras que no diré para no cargar tanto este post. En fin, esta es una de las cosas que más odio y, además, esta es la décimo séptima cosa que yo odio.

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Si quieren saber de dónde saqué mi información científica esta es la fuente de El País, basada en la investigación realizada por  la Celera Genomics Corportaion en Rockville, Maryland, entre otras entidades de la que escuché hace mucho en un documental de la Discovery y que busqué para poder citar. 

jueves, 17 de octubre de 2013

Cuando la gente usa la palabra “gay” como un insulto

El idioma español es uno de los más ricos que pueden existir y la gran cantidad de tomos que tiene el diccionario oficial de la Real Academia Española son prueba de ello. Tenemos palabras para describir a la perfección prácticamente cualquier situación en la que la vida nos pueda lanzar y, si no se trata de una palabra, ten por seguro que una combinación de las mismas podrá ser utilizada a cabalidad en la circunstancia en la que te encuentres. Es tan vasto este idioma que un buen grupo de las palabras que lo conforman están únicamente destinadas al insulto. Sí, queridos amigos, el idioma español tiene una gran cantidad de términos peyorativos que pueden aplicarse para aludir a la incompetencia mental o moral de otro ser humano. Ante esta situación me podrían explicar señores del jurado ¿Por qué se ha creado esta estúpida idea de utilizar la palabra gay como un insulto? ¿Es que las nuevas generaciones han decidido abandonar la lengua española y adoptar un nuevo idioma falto de cualquier rastro de inteligencia? ¿Qué carajos?

El lamentable y erróneo uso de esta palabra es algo que las nuevas generaciones -me siento vieja al decirlo pero trato de mantenerme lejos de quienes incurren en esta prácita- están popularizando y que yo realmente detesto. Primero que nada, etimológicamente hablando, la palabra significa feliz así que es un pésimo insulto. Una persona hace trampa en Call of Duty y desde lo más profundo de tu corazón y con odio en la lengua le gritas: ¡FELIZ! ... ¿Es en serio? En segundo lugar, si se está utilizando bajo la premisa de la orientación sexual TAMBIÉN es un pésimo insulto. Es decir, si una persona hace una estupidez de qué pelotas sirve decirle: te gustan las personas de tu mismo género ¿No sería mejor decirle otra cosa? ¿Algo que realmente aluda a lo que esta persona ha hecho? ¿Y qué pasa si resulta que es persona realmente es gay? Le gritas ¡GAY! y te responde ¡HETERO! ... Pésimo insulto. En tercer lugar, es una falta de respeto total a las personas homosexuales. Es como utilizar de insulto la palabra zurdo, trigueño, heterosexual o crespo. Son cosas que con parte de la persona, cosas que conforman su esencia y que no han sido su elección. Por tanto, discriminar a alguien por ellas es estúpido, ignorante y despreciable. Diez puntos menos para Slytherin. 

En fin, en aras de mejorar el idioma de todos los que lean este blog y para que, si se encuentran a alguien que incurre en este penoso uso de la palabra gay, le puedan enseñar algo nuevo, les presento algunos insultos pa su conshumo y arrebate más naki: idiota, tarado, estúpido, imbécil, cojudo, huevón, paramecio, tonto, baboso, cara de caca, cara de poto, hijo de la papagaya, papanatas, zoquete, bobo, pelotudo, gilipollas, mentecato, pérfido, lame traseros, zote, huele-pedos, berzotas, bobalicón, ceporro, despojo humano, desperdicio de células, energúmeno, ínfimo, alfeñique, más común que un zubat, gandul, oscenote, peor que el twerkeo de Miley Cyrus, verraco, entre muchísimos otros. 

Espero que, ante la presencia de tantísimos insultos (y eso que hay muchos más y, además, las combinaciones son INFINITAS) sean capaces de dejar atrás una costumbre en esencia estúpida y de trasfondo ofensiva. Amplíen su léxico si es que van a insultar a alguien. Nuestro idioma nos permite ser cultos incluso al ser hirientes. Hermoso, si me lo preguntan. Esta es la décimo sexta cosa que yo odio. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Cuando, segundos antes de hacer algo, me dicen que lo haga y le quitan todo el valor a mi acto

Estás en tu casa, tranquilo y feliz. Quizás en la sala jugando videojuegos, quizás en tu cuarto en la laptop viendo La Voz Perú, en tu camita leyendo un libro o hasta haciendo nada. Todo bien, todo excelente. Entonces notas que el patio está sucio o que en la cocina hay cosas para lavar o cualquier otra labor casera que en circunstancias normales te harían renunciar por fax. Te pones de pie, abandonando tu comodidad y tu hermosa posición. Tienes en mente hacer el bien, ayudar en la casa de una manera totalmente desinteresada y sin esperar nada a cambio. Solo por hacerlo, solo porque sabes que está bien y que es necesario. Eres chévere. Qué bello, qué hermoso. Cuando te aproximas al lugar de la labor, con las manos prestas al buen actuar, una voz irrumpe en tus oídos y arranca de lo más profundo de ti un odio que traspasa los límites de esta dimensión. Es tu madre -o tu padre o tu abuelita, dependiendo de con quién vivas y te mande- y te pide/ordena con un grito primario que hagas precisamente lo que estabas por hacer: ¡Lava los platos! ¡Limpia la caca! ¡Recoge los platos que están en la sala! ¡Limpia la caja de arena! ¡Barre el pasillo! 

Es mediante esa sencilla frase que aquello que ibas a hacer con toda la gentileza, con todo el amor del mundo se convierte en algo ordenado, en una obligación, en un pedido. Es también ante aquel estatuto que todas las ganas de hacerlo desaparecen de tu cuerpo. Ya no quieres realizarlo: ya no es tu iniciativa sino una orden y las ordenes, seamos sinceros, llegan al poto. Igual lo haces, claro, pero molesto y con poca gana. Era TU decisión y fue arruinado con esa orden y se volvió una obligación. 

Es común que algo así suceda: pones todo tu empeño en interrumpir tu vida para obrar hacia el bien común y aquello es totalmente bloqueado por la intervención de un elemento de autoridad. Y es tan sencillo como que no, ya no quieres hacerlo, te llega al poto, ya fue, pasó el micro, se apagó la vela, a que no me quemas. Odio que le quiten a un acto tan bello su carácter como tal. Lo peor es que luego de hacerlo le dices a tu figura de poder “Igual lo iba a hacer, por si acaso” ¿Y te creen? ¡NO! ¡Jamás! Nunca te creen pero tu sabes que es verdad y eso quema. Quema ser el dueño de una verdad solitaria, una verdad que nadie creerá jamás, una verdad que cala en tu alma como el final de LOST, como el rating de Al Fondo Hay Sitio (es en serio ¿Por qué es tan alto?), como la calva de Ricardo Morán, como la probabilidad de que Laura Bozzo vuelva a Perú (buscar la canción e Tongo, por favor) y como tantas otras cosas que calan almas y que escapan a mi mente creativa en este momento en particular, pero creo que el mensaje general ha quedado bastante claro. 

En fin, esta es la décimo quinta cosa que odio.

Pd: Gracias a mi amiga Camila Cantuarias por la inspiración. 

jueves, 3 de octubre de 2013

Cuando yo, o cualquier otra mujer, somos acosadas en las calles

Ser mujer no es fácil. Primero que nada nos viene la regla y eso es una mierda. Segundo, y más severo a mi parecer, es que la sociedad aún no comprende al ciento por ciento que somos seres humanos con todos los derechos que esto conlleva ¿En qué me baso para afirmar esta ignorancia endémica? Son muchos factores, en realidad, pero el día de hoy voy a odiar uno en particular pero con toda mi alma y todo lo que tengo aquí en este corazón tan bello en mi pechito: el acoso callejero. Jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia, ni cagando, creo que llegue a entender el objetivo que los subnormales persiguen al incurrir en este tipo de prácticas ¿Es… Es en serio? ¿Realmente creen que con esos comentarios asquerosos van a conseguir algo? ¿Tan limitado es su cerebro? En su mundo ideal las cosas irían así:

Pasa una jovencita muy atractiva por una calle, vistiendo un short corto y una camisa ligera. Tiene el cabello recogido en una coleta y muestra del cuello en un gesto evidentemente provocador. Es cuestión de esperar a alguien que se atreva a notarlo y responda como es debido. Sueña, con todo su corazón, que se note en su andar y en su gesto lo que está esperando que suceda. Entonces, desde lo alto de una construcción, un noble obrero cae en cuenta de este notorio llamado por atención y entiende que es su deber como hombre responder a ese acto tan provocador. Se inclina por encima de la ventana y enuncia una frase que, sacada de lo más profundo de su corazón, embarga en ella el sentimiento de respeto y admiración por el género femenino:

—¡Quisiera que fueses estampilla, para pasarte la lengua y meterte en el sobre, mamita rica! — enuncia el obrero con todas sus fuerzas. La muchacha escucha sus palabras y sonríe, mientras agradece al sujeto la amabilidad y el bellísimo gesto mostrándole su pecho desnudo y gritando su número de celular para quedar en un encuentro de naturaleza meramente sexual en una ocasión futura pero cercana. El sujeto sonríe para si mismo, le había hecho un favor a la jovencita y ella se lo devolvería con creces. Tener modales siempre tiene buenas consecuencias.

El mundo no funciona así, amigo piropeador. Es más, no podría alejarse más de la realidad. Cuando recurres a tu “Manual del Pendejo” y nos mandas un piropo de una naturaleza tan asquerosa nuestro primer instinto es querer desaparecer. Luego te queremos mandar a la mierda y, por lo general, lo hacemos. Aunque muchas veces caemos en la técnica menos arriesgada: te ignoramos, imbécil ¿Qué esperas conseguir? Se sincero ¿Es que en un lugar de tu ridículo e imbécil cerebro de PAPAGAYA piensas que un escenario como el detallado líneas arriba realmente sucederá? Y si no lo crees entonces ¿Para qué mierda jodes? ... ¿Qué ganas diciendo esas cosas? Nadie dice que no haya libertad de pensamiento y, aunque me repugna pensar que lo único que pasa por la mente de los elementos masculinos de la raza humana son cochinadas, puedes en tu cabeza decirte lo que quieras.

Pero no me grites tus cochinadas, concha tu vida. No, no concha tu madre porque es probable que ella poco tenga que ver con tu imbecilidad. Estoy segura que eso lo obtuviste por tu cuenta. Estrellita en la frente por el esfuerzo ¡Cómo se nota que te esmeraste por ser un tremendo tarado!

Me da asco pensar que la sociedad Limeña está tan atrasada que una chica no pueda ponerse un short o arreglarse un poco o simplemente querer verse bonita sin que le caigan comentarios o le peguen el nepe en el micro. Esas cosas pasan todos los días y es deber de todos los hombres decentes defender la reputación de su género. Las chicas nos podemos quejar, podemos ignorar pero no será hasta que ustedes mismos se den cuenta del asco que dan que las cosas cambiarán. Si tu broder hace una cochinada de ese calibre pégale. Bueno, no le pegues, pero dile algo. No te quedes callado porque el que calla es cómplice.

Tu piropo no me encanta, huevón, me da asco. Y, si en algún nivel micro celular tuviste chance conmigo esa se elimina, se reduce a menos de cero, se DIVIDE entre cero —para que veas que tan IMPOSIBLE es— cuando haces esa HUEVADA. Empero siguen allí, con sus manuales, con sus bromas insulsas. Párenla en serio.

Esta es la décimo cuarta cosa que yo odio.

PD: No estoy generalizando sobre los obreros ni muchos menos pero las mujeres que estas líneas lean no podrán negarme que quienes se dedican a este oficio son quienes más piropos asquerosos nos dedican.

¿Te ha pasado?

Agradecimientos a mi amiga Adriana Seminario porque sus vivencias inspiraron este post.