Ser
mujer no es fácil. Primero que nada nos viene la regla y eso es una mierda.
Segundo, y más severo a mi parecer, es que la sociedad aún no comprende al
ciento por ciento que somos seres humanos con todos los derechos que esto conlleva
¿En qué me baso para afirmar esta ignorancia endémica? Son muchos factores, en
realidad, pero el día de hoy voy a odiar uno en particular pero con toda mi
alma y todo lo que tengo aquí en este corazón tan bello en mi pechito: el acoso
callejero. Jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia, ni cagando, creo que
llegue a entender el objetivo que los subnormales persiguen al incurrir en este
tipo de prácticas ¿Es… Es en serio? ¿Realmente creen que con esos comentarios
asquerosos van a conseguir algo? ¿Tan limitado es su cerebro? En su mundo ideal
las cosas irían así:
Pasa una jovencita muy atractiva por una calle, vistiendo un short
corto y una camisa ligera. Tiene el cabello recogido en una coleta y muestra
del cuello en un gesto evidentemente provocador. Es cuestión de esperar a
alguien que se atreva a notarlo y responda como es debido. Sueña, con todo su corazón, que se note en su andar y en su gesto lo que está esperando que
suceda. Entonces, desde lo alto de una construcción, un noble obrero cae en
cuenta de este notorio llamado por atención y entiende que es su deber como
hombre responder a ese acto tan provocador. Se inclina por encima de la ventana
y enuncia una frase que, sacada de lo más profundo de su corazón, embarga en
ella el sentimiento de respeto y admiración por el género femenino:
—¡Quisiera
que fueses estampilla, para pasarte la lengua y meterte en el sobre, mamita
rica! — enuncia el obrero
con todas sus fuerzas. La muchacha escucha sus palabras y sonríe, mientras
agradece al sujeto la amabilidad y el bellísimo gesto mostrándole su pecho
desnudo y gritando su número de celular para quedar en un encuentro de
naturaleza meramente sexual en una ocasión futura pero cercana. El sujeto
sonríe para si mismo, le había hecho un favor a la jovencita y ella se lo
devolvería con creces. Tener modales siempre tiene buenas consecuencias.
El
mundo no funciona así, amigo piropeador. Es más, no podría alejarse más de la
realidad. Cuando recurres a tu “Manual del Pendejo” y nos mandas un piropo de
una naturaleza tan asquerosa nuestro primer instinto es querer desaparecer.
Luego te queremos mandar a la mierda y, por lo general, lo hacemos. Aunque
muchas veces caemos en la técnica menos arriesgada: te ignoramos, imbécil ¿Qué
esperas conseguir? Se sincero ¿Es que en un lugar de tu ridículo e imbécil
cerebro de PAPAGAYA piensas que un escenario como el detallado líneas arriba
realmente sucederá? Y si no lo crees entonces ¿Para qué mierda jodes? ... ¿Qué ganas diciendo esas cosas? Nadie dice que no haya
libertad de pensamiento y, aunque me repugna pensar que lo único que pasa por
la mente de los elementos masculinos de la raza humana son cochinadas, puedes
en tu cabeza decirte lo que quieras.
Pero
no me grites tus cochinadas, concha tu vida. No, no concha tu madre porque es
probable que ella poco tenga que ver con tu imbecilidad. Estoy segura que eso
lo obtuviste por tu cuenta. Estrellita en la frente por el esfuerzo ¡Cómo se
nota que te esmeraste por ser un tremendo tarado!
Me
da asco pensar que la sociedad Limeña está tan atrasada que una chica no pueda
ponerse un short o arreglarse un poco o simplemente querer verse bonita sin que
le caigan comentarios o le peguen el nepe en el micro. Esas cosas pasan todos
los días y es deber de todos los hombres decentes defender la reputación de su
género. Las chicas nos podemos quejar, podemos ignorar pero no será hasta que
ustedes mismos se den cuenta del asco que dan que las cosas cambiarán. Si tu
broder hace una cochinada de ese calibre pégale. Bueno, no le pegues, pero dile
algo. No te quedes callado porque el que calla es cómplice.
Tu
piropo no me encanta, huevón, me da asco. Y, si en algún nivel micro celular
tuviste chance conmigo esa se elimina, se reduce a menos de cero, se DIVIDE
entre cero —para que veas que tan IMPOSIBLE es— cuando haces esa HUEVADA.
Empero siguen allí, con sus manuales, con sus bromas insulsas. Párenla en
serio.
Esta
es la décimo cuarta cosa que yo odio.
PD:
No estoy generalizando sobre los obreros ni muchos menos pero las mujeres que
estas líneas lean no podrán negarme que quienes se dedican a este oficio son
quienes más piropos asquerosos nos dedican.
¿Te
ha pasado?
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